Vía de la Plata: Etapa 4

Salimos de Almadén de la Plata por la plaza de toros, siguiendo las marcas amarillas jacobeas y descendiendo por el cerro de los Covachos a través de caminos de tierra. Aproximadamente un par de kilómetros después pasaremos por delante de una casa rodeada de dehesas y continuaremos por caminos rurales hasta toparnos con un arroyo. Debemos cruzar el curso de agua para seguir luego a su vera, ascendiendo progresivamente en paralelo a la carretera que une Almadén de la Plata con El Real de la Jara. A través de la finca de Arroyo Mateos iremos abrigándonos a la sombra de encinas y, si tenemos suerte, visualizaremos algún que otro animal correteando por las fincas colindantes. De nuevo nos encontraremos un poco más adelante con otro arroyo, en este caso el de la Huerta del Corcho. Toca volver a ascender, guiándonos por una línea de alta tensión que nos acompañará en los siguientes metros, pasando por delante de un cartel que nos informa que estamos próximos a la ruta del Camino Viejo de Almadén. Esta antigua senda unía las poblaciones de Almadén de la Plata con Cazalla de la Sierra, posiblemente auspiciada por la necesidad de transportar el mármol de las canteras de Almadén hasta Córdoba. Seguimos por ella, sin perder de vista la línea de alta tensión, pasando por algunas fincas privadas con sus respectivos cierres. A continuación, saldremos a una pista ancha que cruza por la dehesa de Robles hasta El Real de la Jara. Esta será la última localidad andaluza por la que caminaremos, siendo por lo tanto el punto limítrofe con la comunidad extremeña. Sus orígenes se remontan a tiempos del Imperio Romano, llegando algunos a afirmar que formó parte de la antigua Tartesia, popularmente asociada a la leyenda de la Atlántida. Tal y como hemos podido comprobar a lo largo de esta etapa, esta población se sustenta principalmente de la ganadería, existiendo multitud de dehesas a su alrededor. En cuanto a sus puntos de interés, podemos destacar la presencia de un castillo medieval de estilo mudéjar a medio kilómetro de nuestra ruta jacobea.

Tras esta pausa seguimos por la calle de San Bartolomé, próxima a la iglesia parroquial del mismo nombre y donde nuevamente podremos apreciar el claro estilo mudéjar de su edificación, para entrar finalmente en Badajoz. Para ello tendremos que cruzar el arroyo de la Víbora, próximo al castillo de las Torres. Esta fortificación del siglo XIII se cree que servía como punto de control y de apoyo a los viandantes que transcurrían por la vía de la Plata, pero no se ha podido corroborar esta hipótesis. Continuaremos por caminos y veredas similares a las ya recorridas anteriormente para avanzar hasta toparnos con la Ruta de los Contrabandistas, la cual parte de la sierra de San Roque. Un poco más adelante y siguiendo por caminos entre dehesas y campos de cultivo alcanzamos una carretera, justo junto a la ermita de San Isidro, siguiéndola hacia la izquierda para ir en busca de la nacional. Ahora seguimos por esta por la derecha hacia Monesterio. Antes de llegar tendremos que dejar el asfalto a mano izquierda, justo en la señalización de un camping cercano. Tras unos tres kilómetros aproximadamente llegaremos al puerto de la Cruz, paso previo de Monesterio y a unos setecientos sesenta metros de altitud.

No olvides tener en cuenta:

Si los treinta y cinco kilómetros de esta etapa se te hacen muy cuesta arriba puedes dividir la etapa en dos, pernoctando en El Real de la Jara, aproximadamente a la mitad de trayecto. El último tramo hasta Monesterio puede pasarle factura a más de uno, conviene tomárselo con calma. No olvides cerrar las cercas por las que pases, ¡recuerda que están ahí para evitar que el ganado se escape!