Como dice el dicho: todos los caminos conducen a Roma. Pues en este caso bien podría aplicarse también a Santiago, ya que son muchos los trazados que terminan en la capital compostelana.
Desde el descubrimiento de los restos del Apóstol, millones de peregrinos han caminado sobre las mismas piedras y a través de idénticos montes bajo la misma motivación: alcanzar la Catedral de Santiago.
Los inicios del Camino de Santiago
En plena reyerta contra los musulmanes, siglo IX, el monarca Alfonso II ordena construir un sepulcro en el lugar donde se habían descubierto los restos del Apóstol, contribuyendo así al inicio de las peregrinaciones.
Otro personaje influyente que impulsó de una manera notable el auge de esta tradición fue el conquistador Carlomagno, el cual se aseguró de que todos los Caminos fueran seguros y dedicó parte de su vida a luchar contra las huestes musulmanas.
Un siglo más tarde, la noticia de que el sepulcro del Apóstol se encontraba en Galicia, ya se había extendido por casi toda Europa, atrayendo a miles de peregrinos desde todas las partes del continente.
Aprovechando antiguas calzadas romanas y rutas comerciales, desde este siglo se incrementan considerablemente las peregrinaciones, contribuyendo a ello notablemente, tanto la nobleza como el clero, construyendo puentes, hospitales y hospicios.
El Primer Peregrino y Primera Ruta del Camino de Santiago
Se puede considerar que el propio Alfonso II, rey asturiano hasta el año 842, fue el primer peregrino como tal, al partir desde Oviedo para comprobar con sus propios ojos la veracidad del hallazgo del Apóstol y rendirle culto. Así nace el primer trazado jacobeo oficial, conocido como Camino Primitivo.
Otro de los peregrinos más famosos fue Aymeric Picaud, a quien se le atribuye la autoría de parte del Códice Calixtino, concretamente la parte quinta conocida como “Guía del peregrino”. Este, al contrario que el rey astúr, decidió realizar el trazado conocido como Camino Francés, detallando en sus escritos información útil sobre alojamientos, templos, gastronomía, cultura, costumbres del lugar, etc.
Ya en el siglo XII, se generaliza esta tradición, extendiéndose a otras personalidades influyentes como Alfonso VII, Luis VII y Felipe II, rey de España. Era muy habitual que se rememorara su paso por determinados lugares construyendo monumentos en su honor o simplemente colocando una placa conmemorativa, sobre todo en lugares donde habían pernoctado.
Decadencia del Camino
A pesar de la importancia adquirida del trazado jacobeo, desde el siglo XIV comienza a decaer el número de peregrinos. Esto se debió principalmente a la coyuntura política y económica de estos tiempos convulsos.
Debido a la Reconquista y la Iglesia católica en plena crisis, los esfuerzos tanto económicos como políticos de monarcas y del clero se centraron en recuperar los reinos perdidos del sur de España.
En el siglo siguiente, las sucesivas guerras, hambrunas, la crisis del protestantismo y la plaga de la peste tampoco contribuyeron a devolver al Camino de Santiago su esplendor perdido.
No será hasta el siglo XVII cuando se empiece a recuperar algo el tránsito de fieles hacia Compostela, pero el siglo XIX y los nuevos descubrimientos científicos volvieron a influir negativamente en la recuperación de esta tradición medieval.
Auge
Tras la declaración del papa León XIII en 1884 de que los restos redescubiertos tras su desaparición eran realmente los del Apóstol y el posterior nombramiento de la ruta jacobea como Patrimonio Universal de la Humanidad, relanzaron esta ruta milenaria.
Actualmente vive uno de sus mejores momentos, caminando en el año 2015 algo más de 270.000 personas hasta el sepulcro del Apóstol y, en el año 2018, más de 300.000 peregrinos.
En cuanto a sus nacionalidades, los peregrinos proceden de casi todas las partes del mundo, destacando países europeos como Italia y Alemania, así como EE.UU o Japón.