Convento de Belvís

El primer convento se fundó en los primeros años del siglo XIV. A finales de 1313 las obras estaban ya terminadas, pero hasta la primavera del año siguiente no se inauguró por falta de una comunidad de monjas que quisieran abandonar su convento para trasladarse al nuevo. Finalmente tomaron esta decisión una orden de monjas dominicas descalzas, concretamente la primera congregación dominica en Galicia.

En los últimos años del siglo XVII, hallándose el edificio en muy mal estado, el arzobispo Fray Antonio de Monroy costeó su reedificación y le encargó las obras a Fray Gabriel de Casas.

La fachada se alza sobre el zócalo y está encuadrada por pilastras toscanas cajeadas que abarcan sus tres cuerpos, separados por un listel. En el primer nivel, sobre el dintel de la puerta se apoyan tres ménsulas estriadas, destinadas a sostener el balcón volado correspondiente al segundo cuerpo. Encima de la puerta que se abre al balcón, luce el escudo del benefactor, el cual rompe el listel que separa los cuerpos. El tercer cuerpo consta de tres ventanas con marcos lisos igual que el resto de los vanos del edificio.

La composición de esta fachada es de gran sencillez, respondiendo a necesidades funcionales. Se caracteriza por la proporción y la simetría. A pesar de construirse a comienzos del siglo XVIII la falta de elementos decorativos es total, lo único que nos introduce en el mundo del barroco es el marco de la puerta con sus características orejeras.

En 1704 se vuelve a contratar a Fray Gabriel de Casas para continuar la reedificación del lado oeste. Para darle más amplitud se compraron terrenos y huertas circundantes. La fachada oeste, desde cuyos vanos se contempla una vista panorámica de la ciudad, es de mampostería y se eleva sobre un zócalo, en parte de gran altura debido al desnivel del terreno.

La torre está situada al lado derecho de la fachada de la iglesia gótica, de la que sólo se conserva el último tramo, el frontón de la fachada y la cruz sobre el Agnus Dei. La construcción actual es obra de Fernando de Casas, quién la diseñó a comienzos del siglo XVIII junto con la portería de la iglesia, con la que forma un ángulo recto y a la que se une por medio de la cornisa. El campanario consta de un solo cuerpo que se alza sobre una cornisa volada de la que penden en sus ángulos placas terminadas en gota, decoración que alcanzará su máxima aplicación y evolución con Simón Rodríguez. En su fachada frontal, en medio de placas, se encuentra el escudo de Monrey. En cada una de las caras se abre un arco de medio punto peraltado, con sus enjutas decoradas con triángulos resaltados, flanqueado por pilastras toscanas cajeadas. Está rematado por una pequeña cúpula semiesférica coronada por un pináculo.

El convento cuenta con un claustro muy tosco, de formas irregulares debido a que su construcción se estuvo interrumpiendo constantemente por falta de financiación.

HORARIO (CAPILLA)
Todos los días de 9:30 a 13:30 y 16:00 a 20:00.
Misas de lunes a sábado a las 19:15 y domingos a las 12:30 en la iglesia conventual.
La iglesia conventual sólo se puede visitar durante el culto de los domingos.