Convento de Santa Clara

El monasterio de Santa Clara, la casa femenina de los franciscanos, se inaugura en Santiago a finales del siglo XIII, en las proximidades del río Sarela, probablemente por iniciativa de los frailes de la orden. Debido a lo insano y peligroso de este primer emplazamiento, en 1927 se produce el traslado al lugar que ocupa actualmente, más elevado y próximo a la casa masculina, gracias a la generosidad de la familia de Pedro Vidal.

Hacia 1350 el nuevo monasterio estaba prácticamente acabado y varios linajes de la nobleza gallega, como los Andrade, los Moscoso, los Castro o los Montaos, al igual que destacadas familias compostelanas, encaminaron a algunas de sus mujeres hacia la nueva orden y eligieron el monasterio como lugar de enterramiento a cambio de donaciones sustanciosas a la orden.

En el siglo XVI se llevan a cabo nuevas obras en el convento y en la iglesia. Se amplía en coro al haber un incremento en el número de consagradas del templo. La sillería del coro toma de ejemplo dos modelos: el coro de la Catedral de Santiago y el de San Francisco de Betanzos.

A los pies de la actual iglesia se puede ver como se reutilizaron unos arcos apuntados pertenecientes al antiguo refectorio para las sucesivas reformas. También se conservan unos arcos carpaneles correspondientes a unas reformas del siglo XV localizados actualmente en el coro bajo y el cementerio de la comunidad.

En 1669 un rayo causa daños en edificio, por lo que a partir de 1680 se inicia una reconstrucción que correrá a cargo de Domingo de Andrade hasta 1708.

 En 1700 se le encarga a José Domínguez Bugarín la obra del retablo mayor. La calle central del retablo está especialmente desarrollada, restando importancia a los dos cuerpos laterales. El sagrario se encuentra en la parte central, guardado por los cuatro evangelistas. Justo encima se encuentra la figura de San Miguel Arcángel dentro de una hornacina, y, en el siguiente nivel, Santa Bárbara. En la misma calle central podemos ver una Virgen Inmaculada y un San Francisco. Presidiendo la composición se encuentra Santa Clara.

La fachada de la iglesia se remodela entre 1717 y 1730 y corre a cargo de Simón Rodríguez, una de las figuras más importantes del barroco gallego. La figura de Santa Clara cobra protagonismo en la parte central de la fachada, entre singulares formas decorativas que han sido denominadas como “barroco de placas”. Lo más singular de esta obra son los tres cilindros que se posan en la parte superior de la fachada, cuya interpretación en ambigua. Puede ser que simbolicen las tres virtudes teológicas: Fe, Esperanza y Caridad; o bien, en el sentido más franciscano: Pobreza, Obediencia y Castidad. Otra posibilidad es que los cilindros estuviesen decorados en su parte frontal con los escudos de la orden franciscana y de las Clarisas.

HORARIO
Visitable sólo antes y después de las misas (todos los días  a las 19:00).